EL EVANGELIO DE SUSANA SAN JUAN
Sigo soñando.
Las sombras son opacas, difusas, hilos delgados de la
lluvia, agua que se inunda de
Quejas, de rostros, de espectros, de olvidos.
Luz que lastima
mis ojos: carne sepia que dibuja mi espalda, se adhiere a los
pliegues de la piel, juega con las aves en las cavernas de
mis párpados, en los pómulos ardientes que se reflejan en el espejo de mi
rostro: mascara que se confunde con las
semillas de la infancia.
¿Dije infancia?
¿En dónde estoy?
¿Qué tocan mis
manos en el aire calizo de la noche?
Estoy en una
habitación sin puertas. Sólo hay una ventana por donde se asoman los
Hijos de los muertos. Hijos vacíos de las cuencas de sus
ojos. Sus voces están hechas
De ruidos y silencios semejantes a vómitos, centavos viejos
y pasos de amputados.
Mujeres que
caminan en el aire con un dolor de luto en sus miradas.
Niños que juegan
con huesos, cráneos y el polvo de los huesos.
Aún cuando no
hacen ruido, los escucho: música de ángeles que resbala
Por el paladar de mis pechos.
Una sombra se ha
metido en mi cama.
Sigo soñando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejamos tu comentario y lugar de visita