miércoles, 3 de agosto de 2016

ANTONIO MENDIOLA / Becario del Sistema Estatal de Creadores, 2006, en el área de Poesía.




EL EVANGELIO DE SUSANA SAN JUAN

Sigo soñando.
Las sombras son opacas, difusas, hilos delgados de la lluvia, agua que se inunda de
Quejas, de rostros, de espectros, de olvidos.
     Luz que lastima mis ojos: carne sepia que dibuja mi espalda, se adhiere a los
pliegues de la piel, juega con las aves en las cavernas de mis párpados, en los pómulos ardientes que se reflejan en el espejo de mi rostro: mascara que se confunde con las
semillas de la infancia.
     ¿Dije infancia?
      ¿En dónde estoy?
     ¿Qué tocan mis manos en el aire calizo de la noche?
     Estoy en una habitación sin puertas. Sólo hay una ventana por donde se asoman los
Hijos de los muertos. Hijos vacíos de las cuencas de sus ojos. Sus voces están hechas
De ruidos y silencios semejantes a vómitos, centavos viejos y pasos de amputados.
     Mujeres que caminan en el aire con un dolor de luto en sus miradas.
     Niños que juegan con huesos, cráneos y el polvo de los huesos.
     Aún cuando no hacen ruido, los escucho: música de ángeles que resbala
Por el paladar de mis pechos.

     Una sombra se ha metido en mi cama.

     Sigo soñando.









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